Dile que no me tema, amor, y dile
que estoy a su lado como el aire,
como un cristal de niebla
o como el viento que se aquieta la tarde.
Dile que no me huya, amor,
y dile que no me vuelva a herir,
que no me aparte,
que soy el brillo húmedo en sus ojos
y el latido en su sangre.
Dile que no me aleje, amor,
y dile que yo soy el umbral de su morada,
el agua de su sed
y aquel único pan para su hambre,
Dile que no se oculte, amor,
y dile que ya no tengo rostro
ni señales de haber vivido antes de quererme.
De haber vivido, antes.
Dile que no recuerde
y dile que no respire, amor, sin respirarme.
Julia Prilutzky
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