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9 de junio de 2013

Un Amigo te puede cambiar la vida.





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Como era de costumbre seguía siendo el punto de mira entre la gente que se hallaba a su alrededor; tenía una belleza algo exótica, Cabello castaño, de mediana estatura con gestos delicados y porte elegante, de cabeza a pies su belleza era insultante para todas las demás mujeres presentes en aquel el salón, bien preparado y cuidado en todos los detalles para el acto que iba a dar comienzo de un momento a otro. Melania lucía un vestido rojo bermellón, con un gran escote en la espalda por donde podía apreciarse su piel dorada y aterciopelada.
Conversaba abiertamente con los allí presentes, algunos ya eran viejos conocidos, otros asistían por primera vez al evento y como no… también la acompañaban su familia, pequeña pero era la única que le quedaba en la vida, Su madre y su hijo. Su madre la acompañaba siempre a todos los certámenes y presentaciones de sus libros y su hijo Carlos fruto de su unión con el hombre que más amo en la vida, nunca la dejaba sola.
Los amigos y quien bien la conocía, sabían con las dificultades y el enorme esfuerzo conque Melania empezó su carrera de escritora.
Todo empezó 16 años atrás a raíz del fallecimiento en un aparatoso accidente de su padre y de su amado esposo, Melania se enfrentó al dolor más grande que puede sufrir un ser humano, y además en un momento de su vida que prometía ser el más feliz de la pareja, tan solo le faltaba un mes para el nacimiento de su primer hijo, a parte del dolor por la pérdida se tuvo que enfrentar a la soledad en ese acontecimiento tan importante , la madre estaba encerrada en su propio dolor y poco podía hacer por su hija.
El último tramo de su embarazo no paso una noche que no mirara el álbum de fotografías, que habían ido montando juntos, de los viajes que había hecho, llorando y con enorme nostalgia cada día se iba haciendo a la idea que jamás volvería a ser tan feliz como lo había sido junto al amor de su vida.
Llego el día previsto para el nacimiento de su hijo, se había levantado agotada apenas había dormido tres horas y con unas ojeras bien marcadas por el llanto, se dirigía a la cocina para prepararse un desayuno, cuando de repente sintió un fuerte dolor en el vientre y un torrente de agua caía por sus piernas mojando el piso, era el momento… él bebe quería nacer. Cogió el teléfono y llamo al mejor amigo de la pareja, había estado visitándola todas las tardes desde el trágico accidente, fue su puntal de supervivencia. Andrés sin dudarlo salió corriendo hacia su casa y la llevo al hospital previsto para el alumbramiento.
Horas más tarde él bebe estaba en brazos de Melania, Andrés que había aguardado en la sala de espera entro a la habitación y dio un abrazo a la madre y un beso en la frente de su ahijado. Los dos lloraron entre emoción y nostalgia ambos sabían quién faltaba allí. Andrés le prometió a Melania que nunca los abandonaría que lo llamaran siempre que lo necesitaran, porque los amigos están en las buenas y las malas y el daría fe de ello.
Los días siguientes al nacimiento, Melania estuvo bastante distraída, todo el tiempo se lo dedicaba a su hijo, solo los momento que el dormía ella descansaba, siempre con un ojo entre abierto vigilando los movimientos del bebe.
Carlos se fue haciendo grande y disfrutaba de toda la atención de su madre, ella alternaba su trabajo con la educación de su hijo, visitas a su madre y reuniones con Andrés y su mujer que se había casado un año después del fallecimiento de su marido, ambos eran su segunda familia y pasaba gran parte de su tiempo con ellos.
Un día en una visita que ella les hizo, vio a Andrés leer un libro de poesía y le comento que a ella también le gustaba, hablaron un rato de los poetas conocidos y cuáles eran sus preferidos. Andrés comprobó que por primera vez los ojos de Melania brillaban después de mucho tiempo, dedujo que el tema le interesaba y que sería un aliciente para ella el ocupar esos momentos que se quedaba con la mente fuera de sí, recordando a quien tanto le seguía haciendo falta y decidió regalarle el libro, ella lo agradeció sumamente y dándole un abrazo se marchó.
Esa noche después que Carlos estuviera en la cama y la mesa recogida de la cena de los dos, Melania se sentó recostada en un sillón, antes había puesto algo de música suave y se dispuso a leer algunas páginas del libro que le había regalado el amigo. Por primera vez no le asaltaron las lágrimas al caer la noche, su soledad tenia compañía, se fue introduciendo en la lectura del libro hasta las tres de la madrugada… Así fue como verso a verso Melania se sintió protagonista de cada párrafo y línea y de cada poesía. Al día siguiente tenía que madrugar y decidió dejarlo para ir a descansar, le quedaban muchas noches para continuar con la lectura.
Después de ese libro compro alguno más y pasado un tiempo decidió escribir ella misma algún poema, le salía las palabras a raudales como si tuviera un almacén de letras en su interior. Durante mucho tiempo había guardado en silencio todas las palabras que no podía decirle a quien tanto amaba. Al año Melania edito su primer libro, y en años sucesivos los editores se la rifaban para editar sus libros, llego a hacerse famosa en poco tiempo y edito innumerables libros de poesías y relatos de amor, había encontrado la forma de no sentir la soledad.
En el salón se oyó una voz por el altavoz, anunciaban el comienzo del evento, la presentación del último libro de Melania era un Bet Seller. En una mesa sonriendo felices se encontraban la madre, y el hijo de Melania, la mujer de Andrés y este con el libro de su amiga abrazándolo y con los ojos brillando de emoción. La nostalgia y la felicidad se fusionaron en aquel salón. Melania dirigió la mirada a su amigo desde la mesa que se encontraba, para recoger el premio a su libro y en sus labios Andrés pudo leer… GRACIAS AMIGO.

Entonces le vino a la memoria, uno de los primeros poemas que ella escribió y que iba dedicado a él.
¡Gracias amigo!...
Sé que en esta palabra no cabe
Cuanto debo agradecerte
Eres mi cobijo y confidente
Nadie más que tú sabe de mí sufrir
Nadie más que tú me ha invitado a vivir
Eres el pañuelo de mis lágrimas
Y la sonrisa a mi tristeza.
Los brazos que me acogen
Y el camino a mi esperanza.