No sigo aquí por tu recuerdo
sino por que le debo el honor a mis pensamientos
de un digno desahogo.
Para no enmarcar en el silencio sentimientos
los míos vividos los tuyos fingidos
la parte que me corresponde
de un idilio casual, equivoco, y destructivo,
y por que no? La parte que a ti concierne
de ser hombre que alarde de caballero educado y sincero
y no escatima la palabra aduladora y perfecta
la frase tierna, la perfecta sonrisa, la mirada seductora
y la complicidad piadosa, para así atraer rendida a tus pies
a la tonta, a la ilusa y enamoradiza
que con solo decirle una vez, te quiero
es capaz de sentirse amada
incapaz de ver, que ha sido atrapada en un juego, tu juego...
De la que saldrá malherida
confusa y resentida, por no entender
que al amor se le pague con despecho
y un eterno silencio, tu silencio…
Irene
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