El tiempo será testigo
De lo que tú no has querido saber.
Te asomaste a la vereda y conociste una mujer
Jugaste como un insensato, al juego peligroso de seducir
Probando las mieles del pecado
Con una mujer que no era tu mujer.
La enredaste en tu palabra de galante fiel
Y con deseo encarnecido la probaste después.
No ignorabas que en su mirada se leía el amor…
Pero seguiste el juego
Aun a sabiendas que tu engaño
La marcaria por el resto de sus días
Ella te quería más que a su vida
Eras para ella la ilusión, el renacer, la fantasía…
Las caricias que toda mujer desea
Era un sinfín de amaneceres, y de noches en vela por ti
Paso del hastío a ser viva poesía
En sus letras todo era confesión, su amor y su vida para ti
Deseaba amarte siempre, y que tú la amaras también
Y a todo ello respondías con tu cobardía disfrazada de silencio
Tu ego y poca gallardía encubrió la verdad, con una huida…
Y cuando más te necesitaba, desapareciste de su vida.
Sin entender el por qué? Y en su ingenuidad esperando una razón
Fue matando poco a poco la esperanza.
Hoy es una mujer sin alma, una mujer vacía
Una mujer que te amaba y se fue tras de ti, toda su alegría…
Irene
